jueves, 8 de marzo de 2012

Hay momentos en los que me derrumbo, en los que me gustaría permanecer en la sombra.
Momentos en los que grito fuerte, muy fuerte y no pasa nada, solo mis lágrimas caen más y más rápidas y mi dolor aumenta cada vez más, como cuando te van clavando poco a poco alfileres, los primeros apenas lo notas, luego aguantas el dolor, mas tarde ya no puedes más.
Es una sensación que intentas esquivarla pero vuelve a tu cabeza. Es inevitable negar cuando las cosas van mal, yo lo afirmo y lo asumo.
Quisiera desaparecer en veinticuatro horas y volver ¡plaf! como antes, sin que nada hubiese pasado, pero no habrá tanta suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario